Entre 1924 y 1927, la firma norteamericana Ulen & Co. trajo desde Delaware (Estados Unidos), la gigante estructura metálica que sirvió de columna vertebral al mercado. Por vía marítima y luego fluvial llegó la valiosa encomienda que le cambiaría la cara a Las Cruces, un sector que en ese entonces no tenía un espacio apropiado para mercar.
Como símbolo de prosperidad y abundancia, los bogotanos veían cómo los pavos reales los invitaban a seguir a ese templo sagrado para degustar los productos que la madre tierra, que los campesinos ofrecían a todo pulmón. Legumbres y hortalizas de hierro también decoran la fachada, representando un estilo arquitectónico ecléctico del siglo XIX, tal vez heredado de la pomposa urbanística europea. Eran 4.875 metros cuadrados, hechos para el disfrute del arte dominical de hacer mercado.
Ocho décadas de historia transcurrieron en medio de mazorcas, bultos de papa cargados por campesinos de cachete colorado, rojas carnes trincha trinchadas y listas para la venta y plátanos verdes, esperando pintarse para ser engullidos. Y a esta Plaza también le llegó su hora: lustros atrás, los habitantes de Las Cruces, y aquellos cachacos de La Candelaria que acudían a mercar al barrio vecino, vieron con estupor cómo se caía a pedazos lo que orgullosamente había sido declarado Monumento Nacional, en 1983.
Su origen se remonta a la época de la Colonia, cuando los llamados ‘pulperos', asistían al mercado en la Plaza Mayor y compraban víveres al por mayor, que luego en el transcurso de la semana vendían al por menor, entre otros, a los habitantes del sector de las cruces.
A los ‘pulperos' se unieron los ‘atravesadores' que salían de noche al encuentro de los indios y campesinos, para comprarles los productos que traían a precios más bajos y luego los traían a la ciudad para su venta.
En un sector se reunían varios de ellos y en muchos casos fiaban los productos y así fueron formando parte del entorno. De igual forma, a su alrededor había expendio de chicha y allí se reunía el pueblo no sólo para degustar de la bebida embriagante sino también para conocer y discutir sobre los acontecimientos recientes.
Fue así como en las épocas duras de la independencia, los habitantes de las cruces contaron con alimentos frescos que les permitieron llenar sus alacenas con víveres, productos agrícolas y viandas en esos tiempos difíciles.
Nueva Era
En 1925 se inicia la construcción de la edificación que acogería a los comerciantes que desde la época de la Colonia, surtían de mercado a los habitantes del Barrio de Las Cruces y concluye en 1928.
Su estilo arquitectónico ecléctico, escuela artística aparecida a mediados del siglo XIX cuya característica principal es la mezcla elementos medievales y clásicos, cultos y pupulares, impacta especialmente por los grandes pavos reales que la custodian en lo alto y los productos agrícolas forjados en hierro que la adornan, de igual forma, la caprichosa arquitectura de sus paredes y ventanas.
La plaza ubicada en la calle 1AF 4-60 fue restaurada dentro del Plan Zonal Centro, que tiene proyectada la recuperación de este con la participación de los habitantes de la zona.